jueves, 18 de febrero de 2010

Miércoles de Ceniza

-Estoy aquí.
-¿Dónde? No te veo.
-Aquiiiiiií...
-Pues, no te veo.

El autobús municipal arranca de la parada a tope de personal. Entretanto, crece hasta el hartazgo, la ansiedad de un viajero al percatarse de que ha quedado descolgado del amigo con el que charlaba en la parada. ¡Puaf!... lo malo de los aspavientos internos es que obligan a tragar aire y el estómago, hip-hop, hip-hop. El 'compi', por supuesto, va en el interior del cuatro ruedas, emparedado como jamón en sándwich. Realmente, la comparación se queda corta. Más que rebanadas de pan de molde, son dos cipreses de notable estatura los que le comprimen.

-Llámame al móvil para no perder contacto, grita el ansioso.
-Lo tienes claro, responde, el emparedado, con un hilillo de voz.
-Bueno, te llamo yo.
-ring,ring, ring...
-¿Por qué no coges?
-¿Y por qué, voy a responderte por teléfono? Te oigo. Nos separan ocho cuerpos, voy prensado. No puedo sacar el móvil del bolsillo.
-Es que no te veo.
-Ya, pero habla que te oigo.
-¿Qué si tomaste la ceniza?
-Esa no. Anoche combatí el insomnio con infusión de valeriana. No sabía de ese remedio que dices.
-Lo que hay que oir.

"Eso digo yo", responden a coro los ocho cuerpos que les hacen de paredón sin ventanas, mientras a rumbo de codazo y pisotón, otros viajeros, ganan indulgencias en la puerta del 'bajen-bajen'.

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