lunes, 3 de mayo de 2010

Uno de mayo

-¿Has ido a la manifa? 
 -No pude. Había quedado a la misma hora con un extraterrestre. 
-Oye, déjate de bromas. Que está la cosa que arde.
-Hablo en serio.
-No estás bien. ¿Qué ocurre?

El viajero tiene archisabido que las melancolías se dejan en casa. Y aunque lo sabe, es consciente de que el 'made in ego' le viene ganando la partida en los últimos tiempos. "La globalización -le reprende una y otra vez su voz interior- te ha vuelto vulnerable y confesón". El reproche cae en saco roto y eso puede se deba al corte de mangas que le envía la piamadre, movida por el impulso de las ruedas del bus.

-Ante cinco millones de parados, mandé mi currículo al aire.
-¡Ah! ya entiendo! Estuviste con un seleccionador de personal
.
-Quizá...
-¿Qué te preguntó?
-Nada. Sabía todo de mí.
-¡Caray! y tú, ¿qué le dijiste?
-Nadie me va a creer que he estado contigo. Y mucho menos que vienes de un lugar en que sólo se festeja un día.
-¿Qué día?
-El de la emoción.
-Pero, ¿qué coño estás diciendo?
-Lo que digo. Me explicó que donde él vive no hay ni existe el olvido y entonces comprendí.
-¿Qué?
-Pues que era de otra galaxia, aunque parecía un mejillón.

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