jueves, 7 de enero de 2010

Canta un tordo

Canta un tordo en este anocher de Reyes. Nadie responde al silbido largo y armonioso que avisa de fríos que se cuelan ya por las puertas. En la parada del autobús municipal un mendigo se entretiene sacando punta con su navaja a un lapicero. Lo acaba de recoger del suelo. Seguro que se le cayó a un niño, comenta a un chico que se refugia del chubasco bajo la marquesina. Éste le replica raudo: "¡No, señor!. Seguro que los Magos de Oriente lo colocaron ahí para usted".

El paria juguetea con el lápiz unos instantes. Luego, mete un brazo en una papelera cercana y extrae un papel. El muchacho no le quita el ojo de encima. Él escribe, muy despacio, algo con la mano zurda. Llega un autobús. El 'Sin techo' sube. El otro se queda aguardando que la lluvia haga una pausa. El papel y el lápiz han quedado en el banco. La curiosidad le empuja a coger el papel, pese a la repugnancia que siente. Luego lee en voz alta: "Este lapicero está perdido. Como apenas se escribir, he pensado que te será a ti más útil. Si lo coges, cuidalo".

El chico mira a un lado y otro de la acera. No viene nadie. Entonces, añade al papel: "Este lapicero perteneció durante unos minutos a Baltasar. Lo uso para firmar un autógrafo a un niño grande. Yo lo vi. Si lo coges, escribe algo con cabeza". Llega otro bus, para y el joven se monta.

Un adolescente llega instantes después. Ve el lápiz y lee el papel. Decide dejarlo en su sitio, pero antes, él también escribe..."bailad con las estrellas al conjuro de las olas un vals, un vals, un vals... y no padezcáis otra borrachera que la del amor que da, embellece y pasa de largo, ajeno a su propio deseo..."

1 comentario:

  1. Mucha melancolía transpiran estos diálogos.
    Que no decaiga.

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