jueves, 17 de junio de 2010

A destajo

Desde hace días llueve a destajo, o sea, con empeño y en plan coñón. El autobús municipal va salvando charcos -pluf, plaf, pluf- cantan las ruedas a lo alto y a lo bajo. Los viajeros que transporta en su interior no disimulan el deseo de ver asomarse a Lorenzo al balcón. Ni que tuvieran que salir de una cueva con taparrabos para cazar volátiles con los que alimentar a los suyos, sulfura el pensamiento a un tipo que viaja con poco que hacer, salvo el esfuerzo de llevarse consigo mismo.

-¡Hombre! ¿Qué tal? No te había visto.

-Ya, con chubasquero, paraguas y gorro no hay quien reconozca a nadie.
-¿Estuviste en Madrid en la Feria del Libro del Retiro?
- Si. También allí caían chuzos.
-Bueno, firmar un libro es una experiencia.
-De acuerdo, pero el mercado no me mola.
-¿Algo verías interesante?
-Vi a un faisán trepado a un castaño. Intentaba descifrar con la ayuda de prismáticos los títulos de los libros de ayuda.
-Pero ¿qué dices?
-Lo que oyes. Quedó fijo en uno que decía como encontrar trabajo en tiempo de crisis.
-Bueno, me bajo. Cuídate.
-Un sobrino se pasó la tarde buscando la caseta invisible de los libros no escritos.
-Bromista que es el chico.
-Yo diría que más que bromista es un profundo.
-Nos vemos.
-Vale. Nos veremos.

El bus vuelve a arrancar. Llueve. Llueve. Llueve. No hay otra conversación a bordo que el mal tiempo de este mes de junio que casualmente empieza por la letra J, de joderse. El tema de las inundaciones -vaya fastidio para los ahogados- gana por goleada a la Roja, a Zapatero y al mismo Obama. El 'agua va' que llega de lo alto, pasa a ser el asunto mediático de esta semana; los charcos se apoderan de los espacios informativos y tienen en danza a bomberos y Protección Civil. Son las pertinaces trombas los cocos que asustan a una sociedad infantilizada y miedosa. "No sé, no sé, si la crisis pondrá llanto a los que disfrutan ya eternamente de otras galaxias, pero por lo que cae, me da que si", asegura el humor al oído de un argentino. Éste saca el cosquilleo rápidamente al exterior. El vecino de asiento, un gallego que va pensando en cómo dar por el culo a Hacienda, le responde distraído y pelín dubitativo: "Más que cosa de difuntos, me da a mí que la cosa lluviosa es un corte de mangas de las nubes a los del cambio climático".

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