jueves, 8 de julio de 2010

España

España. España. Esa palabra que no llega, esa palabra que no alcanza, se señorea, entrada la noche, del bus que toma el viajero a la salida de la ‘Ultima cima’. Es el documental que recoge testimonios de amigos, familiares y obispos de la vida de Pablo Domínguez, un cura joven que llegó a Dios desde las nieves del Moncayo. Ondean las banderas, estallan los cohetes y los cláxones de los vehículos cantan por las calles el victorioso guay de ‘Aquí, estoy yo’.

¿Reduce mañana el  Gobierno el IVA? ¿Contratan los empresarios a cuatro millones de parados? ¿Ha inventado un catalán una vacuna contra la muerte?. No, la noticia histórica que narcotiza a los habitantes de una tierra dividida en 17 autonomías con 17 presidentes y una corte, que para sí la quisiera el zar de Rusia, la adelantó ayer en directo Telecinco, las cadenas de radio y hoy, la prensa abre con ella las portadas a cinco columnas.

Lo que sale de la garganta de millones de televidentes al ver que Puyol mete de un cabezazo el esférico, en la portería contraria, no precisa comentario. Si alguien a estas alturas ignora el triunfo de ‘La Roja’,  es porque acaba de morir, ya hiede, o, es un extra terrestre a millones de años luz del planeta tierra.”España jugará el domingo la final del campeonato del mundo contra Holanda, pese a quien pese y caiga quien caiga”, recuerda el conductor del autobús a los viajeros que suben a bordo.

El cuatro ruedas- chaca, chaca, chá, chá- también tiene el antojo de ser futbólista y parar como Casillas un esférico. Las ruedas, sin querer o queriendo; pero, siempre dando la nota discordante de la fuga dicen que, lo que a ellas, de verdad, les conmueven no son los triunfadores, sino los que pierden la vida por fumarse muchos cigarros, hartos de la masa y del espectáculo espeso de un pueril júbilo. ¡Aviadas van las pobres! grita un parabrisas a su colega de atrás.

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